lunes, 8 de diciembre de 2014

Integrando Lingüística, Pedagogía y Psicología


En el Curso de Formación para la enseñanza ELE nos han propuesto una tarea:

“Una reflexión personal en forma de texto acerca de la relación y jerarquía entre los conceptos  lingüística - pedagogía - psicología”

A simple vista la consigna me ha parecido clara, concreta y sencilla. Veamos... clara: si, concreta: si, sencilla: ¡para nada!

No logro jerarquizar por mucho que me empeñe estos conceptos (entendiendo la jerarquía como orden de superioridad o subordinación) cuando hablamos de educación. A mi mente viene una especie de imagen vertical que prefiero suplantar, aunque sea desobediente con  la consigna de la tarea, por una imagen global: prefiero hablar de relación entre lingüística , pedagogía y psicología y de su interacción.


Lo más común es encontrar referencias acerca de la “lingüística” donde el lenguaje es clasificado, según su función, en diferentes categorías (apelativo, emotivo, estético, fático, metalingüístico, etc.). Y si bien creo que cada una de estas categorías tienen su importancia a la hora de enseñar, personalmente me concentro en que las tareas propuestas favorezcan principalmente la función emotiva/expresiva antes que la estética/poética. No es que considere esta última menos importante, pero trato de dejarla para una segunda etapa. Creo que es importante no perder de vista la totalidad de las funciones y lograr integrarlas, pero sobre todo con el objetivo de que quien aprende una nueva lengua logre comunicar y expresar lo que siente, lo que piensa, lo que necesita, manifestarse en su totalidad. Comunicar para vivir mejor, para crecer, para compartir, para enriquecerse, para ser más feliz uno y que los demás también lo sean. Claro, el lenguaje es mucho más que esto y detrás del cómo lo utilizamos todos los días hay un mundo muy complejo que sigo descubriendo saltando de concepto en concepto a medida que estudio.

Creo que es fundamental conocer este mundo complejo para organizar nuestro trabajo, fomentando  mecanismos que favorezcan la enseñanza  teniendo en cuenta el modo en que las personas aprenden, procesan e interiorizan una lengua nueva . Y aquí es donde se hacen presentes las palabras “pedagogía” y “psicología” en mi reflexión.

Somos personas que enseñamos a personas. Somos seres complejos, únicos e irrepetibles con características que nos hacen “parecidos”. Y partiendo de esto siento una gran responsabilidad y respeto a la hora de aprender enseñando. Me da mucha curiosidad entender cómo las personas aprendemos, los caminos que tomamos para llegar a conclusiones, las reacciones cuando logramos algo o advertimos errores, cómo modificamos el sentimiento de frustración gracias a nuevas oportunidaes, cómo procesamos nuevas experiencias y las hacemos nuestras. Puedo relacionar mi curiosidad con el aspecto de la “psicología” en la educación.

Y todo esto me lleva a preguntarme “¿Cómo hago para enseñarle esto a esta/estas persona/s que lo aprenden de esta forma de manera motivante y efectiva?”. Todo esto me lleva también a tener ganas de ayudar a quienes enseño a aprender una nueva lengua de la mejor manera, facilitando esta tarea.  Siempre que sea posible creo que es importante individualizar las particularidades de las personas (tanto las potencialidades como las dificultades) para poder en base a esto seleccionar herramientas y estrategias adecuadas. Entonces, puedo atribuirle a mis ganas de ayudar el aspecto de la “pedagogía”.

¿Pueden ver mi dificultad para jerarquizar estos conceptos? ¿Notan como yo que están íntimamente relacionados? ¿No les parece que no hay un límite en donde termina uno y empieza el otro sino que están completamente mezclados?

No, no puedo jerarquizar estos conceptos... ¡elijo abrazarlos, integrarlos, relacionarlos y jugar con ellos!

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